jueves, 27 de diciembre de 2018

UN POETA ZAPOTECA CONTEMPORÁNEO: VÍCTOR TERÁN



 Como una addenda a "La poesía de las paremias", estos pre-
ciosos poemas de Víctor Terán. 
 Nació en Juchitán de Zaragoza, en 1958, es el más reconoci-
do poeta zapoteca, y difusor de esa antigua cultura mexicana.
 Ha sido traducido a varias lenguas.
 Estos son cinco poemas para niños.


  EL CAMARÓN

 Tiene dos barbas largas
 se dobla y se estira.
 Es una tajada de luna
 pescada en el mar.


 EL SOL

 Parece un horno,
 un horno encendido,
 donde Dios cocina
 toda su comida.


 EL GRILLO

 Dos antenas como barbas
 y elevado sobre sus seis patas
 verás al grillo cantar
 sobre la cocina.                       [estufa]

 Canta realmente mal,
 dice el caracol.
 La termita responde:
 ¡cállate, tonto!

 Sus antenas se doblan
 y casi carece de importancia
 pero entre sus alas
 su canto es interminable.



 LA ARDILLA

 No es una liebre
 ni una rata.
 ¿Una tajada de miedo?
 Pareciera, pero no.


 EL CIEMPIÉS

 Aun si tuviese dinero
 no le compraría zapatos.
 Estoy seguro de que se enojará,
 ¿pero por qué, si tiene tantos pies?



FUENTE


Modern Poetry in Translation. Third Series- Number sixteen.
The Dialect of the Tribe. 2011.

Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)

martes, 25 de diciembre de 2018

LA POESÍA DE LAS PAREMIAS




 La poesía, para suerte o desgracia, no está en todas partes.
 Para suerte, porque cualquier totalización resulta inmedia-
tamente abrumadora. Y, en el caso de la poesía, la naturale-
za de aparición, o de sorpresa, se anularía. Por desgracia, 
porque cada vez es más escasa su presencia, al mismo tiem-
po que necesaria. Para saltearme varias casillas, vuelvo a la
definición que diera Ezra Pound de la poesía: "el máximo
de sentido con el mínimo de palabras".
 Los proverbios forman parte de un cuerpo de expresiones
lingüísticas orales llamadas paremias. Estas son frases 
que tienen un origen popular, y que son repetidas tradicio-
nalmente de la misma forma, expresando ya sea una idea
moral, una enseñanza o un consejo. Otros tipos de paremias
son las máximas, las sentencias, los aforismos, las frases
proverbiales, los refranes, los apotegmas y los adagios.
 Para nuestra suerte el poeta estadounidense W. S. Merwin
ha coleccionado una buena cantidad de estos, provenientes
de las culturas asiáticas. Él las llama "figuras", resaltando
la afinidad evidente que existe entre las formas sucintas 
como las paremias y la poesía. Menciona como un ejem-
plo de lo que quiere decir, un poemita de Antonio Macha-
do:
     EL ARTE DE COMER

    lección número uno
    no levantes la cuchara 
    con el tenedor.

Luego nos explica el origen de estos textos que se apresta
a publicar. Dice que hace muchos años la señora Crown,
de la Sociedad Asiática de Nueva York, le entregó una
cantidad de colecciones de pequeños poemas, proverbios 
y adivinanzas que podrían interesarle. El material se presen-
taba en los idiomas originales, acompañados por una suerte
de traducción literal de los mismos. Lo que aportó entonces
Merwin fue una mejor (más precisa, más poética) traducción
de esos ideogramas. 

 Les propongo seguir el hilo sutil y breve de estas declara-
ciones


FIGURAS COREANAS

Los pequeños frutos amargos
maduran primero
estallan primero


Bebé feo
el que hay que amar
bebé enojado
el que hay que abrazar


Semillas de arvejas
bebés de arvejas


Nada para comer
como un oso
que se lame las plantas de los pies


Caballo ciego
sigue
campanas


Demasiado caliente
ningún sabor


Muy bien vestido
caminando en la oscuridad


Labios quemados con caldo
ahora soplan el agua fría


Las plumas vienen primero
luego el vuelo


Conoce el camino
deja de ver


Ni siquiera puedo mendigar
sin ropa


Tu propia hacha
te mordió


Nada que hacer
rezá


Mejor morir
de demasiado


El carbón
escribe todos los nombres
en negro


Vaca en el arroyo
comiendo de ambas orillas


Fácil
como cabalgar
una vaca dormida


El cuervo
tiene doce notas
ninguna de ellas música


Quieto
como una grulla mirando
un agujero sobre el agua


El sufrimiento duele
no la muerte


Cualquier tambor
la pone a bailar


El hombre con diez vicios
mira con desdén al de uno solo


Más anuncios
que platos




FIGURAS BURMESAS


No podés afilarlo
una vez que se pudrió


Ciego
sin temor
de ver fantasmas


No hay árboles
así que un arbusto manda


Cuando te moriste una vez
ya sabés cómo


Peor no saber nada
que no tener nada


Hablándole a un pescado
acerca del agua


Aún cuando está rezando
vigilale
las manos


El hombre a diferencia de la caña de azúcar
sólo dulce a veces


Tratá de apagar un fuego
atrae al viento


Fue cuando íbamos ganando
que se rompió el remo


Demasiado sucio para comerlo
demasiado tentador para tirarlo




FIGURAS JAPONESAS


Las naciones mueren
los ríos siguen andando
las montañas
siguen andando


En todas partes 
los pájaros hacen
esa canción


El hielo proviene del agua
pero no puede enseñar nada
acerca del frío


Otoño
el color propio
del venado


Si vas a ser un perro
sé el perro de un hombre rico

[Ligado al anterior]
Detenete
bajo un árbol grande


La nieve en mi sombrero de hierba
pesa liviano
cuando la pienso como propia


El mundo rota
a través de separaciones


Ama hasta 
el cuervo de su techo


La cautela
no toma castillos


Estrella 
mirando
cómo rompe el día


Tan hermosa
se llevó
mis ojos


No tenés ropa
no podés perder la camisa


Los pies del portador de la lámpara
se mueven en la oscuridad


Lustrarla
no la convertirá en un diamante


Peces
bailen todo lo que quieran
pero permanezcan en el agua


Sus sermones de cien días
todos idos con un solo pedo


La palabra se escapa
cuatro caballos veloces
no pueden atraparla

[Ligado al anterior]
La boca
es una de las puertas 
del infierno


Mano habilidosa
pero no puede retener el agua


Puede soportar el dolor
hasta tres años
si es el de otro


Un perro le ladra a nada
otros diez mil
se lo van pasando


Mirá cómo se ve
la madre


Parte una vez
es olvidado día
tras día


Mejor que el feriado
es el día anterior


El cielo 
de otoño cambia
siete veces y media


Lo que viene
es la incertidumbre


Una criatura
te ata por el cuello
a los tres mundos


Tan cerca 
uno del otro
que pueden retener agua


Muchos hombres ciegos
siguiendo
a un ciego


Trata de atrapar la luna
mientras pasa flotando


El cielo
es dormir


La edad viene sola
pero no el aprendizaje


El traidor
tiene el mejor
disfraz de patriota


Pobre 
como los muertos


Nos encontramos
para separarnos


No importa 
lo que están diciendo
andá a ver


Lo conseguí justo a tiempo
para perderlo


Un problema se aleja
para hacerle espacio a otro


Muchos años
muchas vergüenzas


Hablá acerca de mañana
las ratas
se reirán




FIGURAS FILIPINAS


El coco
tiene a la luna adentro


Ciempiés en la pared
el peine de la Virgen


La mosca
come con los mejores


El abuelo gato
viejo como es
nunca se ha bañado


En cualquier clima
los pantalones de las gallinas
están arremangados


La casa de la Virgen
es un huevo
ni escaleras ni puerta


El agua
no necesita pies
se cura a sí misma


Barca féretro
el piloto dormido
navegando


Quién mira a un espejo
para ver un espejo


La almohada
comió una sola vez
desde que nació




FIGURAS CHINAS


Truenos grandes
lluvia pequeña


Si te metés en una pelea con un tigre
llamá a tu hermano


No maldigas a tu mujer
a la hora de ir a la cama


No hace nada 
durante todo un día
como los inmortales


Un metro arriba tuyo
los espíritus


Un hombre no puede caminar un centímetro
sin la ayuda del cielo


Es difícil desmontar
de un tigre


Antes de pegarle a un perro
averiguá de quién es


La verdad
es lo que dicen los ricos


En la primera mitad de la noche
ponderá tus propias faltas
en la segunda mitad las de los otros


Los huevos
si son sabios
no se pelean con las piedras


Cuando el corazón muere
ni siquiera podés
apenarte


Vive un día
qué puede saber
de las estaciones


Brilla con sus propios
sol y luna


Toma prestadas las flores
del santuario


A quién podría gustarle escuchar
buenos consejos


Las vacas corren con el viento
los caballos en contra


Todos tus trabajos (esfuerzos)
fluyendo al este en los ríos


Montaña vacía
lo escucha todo


Pisada de una oca salvaje
en la nieve


Tratá a la gente
tan cuidadosamente
como a una herida


El sol llega tan pocas veces ahí
que los perros le ladran


Corazón ansioso
aletea como una bandera


Ido como la flor de hoy
mañana


No juzgues a un hombre
hasta que su féretro se haya cerrado


Si no podés sonreír
no abras un negocio


Ida vos
cada día es como tres otoños




FIGURAS MALAYAS
(He publicado una serie de estas figuras en otra nota,
pero las que aparecen aquí permanecían inéditas.)

Remanso encendido de luna
es un príncipe egipcio saludando
pero la luz en mis ojos sos vos


Algunas usan pulseras en sus muñecas
yo las uso en mis tobillos
y sigo mi propio camino en el amor


Moriría 
de tus dedos
si pudiese ser enterrado en tu palma


Es sólo donde viven las chicas lindas
que él piensa que su gallina perdida
puede ser hallada



El árbol de lima se dobla al agua quieta
qué dulce que es tu voz
cuando estás pensando en otro


El faro
revela los mangles de la orilla
vos me das esperanzas y el cielo
regresa desde muy lejos


Estoy cansado de plantar arroz en tierra de pinos
he sembrado las semillas de la bondad una y otra vez
pero lo único que les interesa es el oro


FUENTE

W.S. Merwin. East Window. The Asian Translations. Co-
   pper Canyon Press, 1998.

















miércoles, 28 de noviembre de 2018

SEIS MAGNÍFICAS POETAS RUMANAS

 MARÍA BANUS (1914- 1999) Nacida en Bucarest, estu-
dió abogacía y filología. Publicó su primer poema a los 14 
años. Ha traducido poesía del alemán, ruso, castellano, tur-
co y francés. También ha escrito obras de teatro y ensayos. 
Durante cierto tiempo, posterior a la guerra, fue una de las 
poetas oficiales del estalinismo. Más adelante abandonó esa
postura, para reencontrarse con su poesía lírica.






  HORA DE REGALOS

 Desde el agua de luna, desde la neblina en el espejo, surgió
un delgado cuerpo de porcelana.
 Un jarrón pálido y pesado. Lleno de frambuesas de sangre.
 ¿Cómo podés soportar esta tristeza, mi amante, mi amor?

 No llegues tarde. Dame tu tobillo y tu frente, No mañana.
 Hoy las paredes de mi cuarto están frescas,
 tiernas y escondidas como el interior del pan.

 Mirá, todavía brillan blancas y deliciosas de noche: mis
 rodillas. Tomalas. Son tuyas. No las ves, temblando
 y llenas como dos copas de leche.




 MAGDA ISANOS (1916-1944). Su poesía neo-romántica
es de una gran sensibilidad. Isanas murió muy joven. Pade-
cía tuberculosis. La mayor parte de su obra fue publicada en
forma póstuma.





 ÁRBOL DE DAMASCOS

 Esta mañana me despertó
 un impaciente rascado en la ventana,
 los dedos-ramas
 del damasco que floreció durante la noche.

 Al principio no lo reconocí
 entre el derroche de tanto blanco y rosa
 pensé que un ángel se había abatido
 rompiéndose un ala en el árbol.

 ¿Podría ser el damasco? Pensé.
 Entonces molesto por mi silencio
 me tajeó la mejilla con una rama floreciente.
 Entonces lo vi.

 el amigo de la infancia que amaba.



 ILEANA MALANCIOIU (1940-     )  Doctora en filosofía,
nacida en la ciudad de Godeni, censurada por el régimen co-
munista.






 sangre de oso

 Para curarte Hieronimus te había traído
 sangre de oso te rogué
 te susurré probalo te va a hacer bien
 de veras creía
 esa noche que ibas a curarte

 no quisiste tocar la sangre
 sentí ganas de forzarla por tu garganta
 era espesa permaneció alrededor de tus labios
 yo la despegaba callada y la arrojaba
 lejos para traer otra jarra de ella
 la volcabas de nuevo  y gritabas contra mí
 no podés imaginar Hieronimus lo mal que me sentí
 esa noche debió ser diferente
 tus desparramados huesos reunidos como se podía
 en un lugar
 la sangre de oso incapaz de curarlos



 CONSTANTA BUZEA (1941- 2012)  Nació en Bucarest.
Estudió literatura y fue editora de revistas literarias. También
escribió libros para niños. Se mantuvo algo alejada, sin em-
bargo, de los medios literarios. 




 YO NO ESTOY AQUÍ    NUNCA ESTUVE

 me recuerdan los vestimentas
 que alguna vez me propuse arrojar
 alrededor de los árboles en invierno

 el dormir de mi hijo
 y su hermana camina silenciosa
 sobre patines de tela para no despertarlo

 en la otra punta del mundo me desgarro
 entre el atardecer en casa
 y la medianoche que me rodea

 mi pesadilla
 está llena de sonidos puros
 de diferentes contiendas

 en vano

 yo no estoy aquí nunca estuve
 sólo estoy enferma y sobre la tierra

 como una ramita clavada en un muñeco de nieve



 GABRIELA MELINESCU (1942-)  Nacida en Bucarest,
graduada de la Universidad Rumana de Lengua y Litera-
tura. Vive desde hace muchos años en Suecia. También es 
pintora.




 NACIMIENTO

Saquemos afuera esos pesados dados
 hechos de patas de elefante.
 Martillémoslos sobre la tierra mojada
 hasta que se rompan bajo los golpes.
 Y salga la buena suerte.
 Nadie sabe qué aspecto tiene:
 tal vez sea una bestia horrible
 o vapor cerniéndose sobre la nunquidad.
 Me siento sobre las rodillas. Ilumino
 el incierto nacimiento del marfil,
 y los elefantes vienen chillando.
 Sostienen mis templos con sus colmillos.



 ANA BLANDIANA (!942-     ) Nacida en Timisoara, estu-
dió filosofía en Cluj, aunque las autoridades comunistas le
prohibieran estudiar en la universidad por ser la hija de un
hombre encarcelado por el régimen. Siempre fue crítica del
dictador Ceausescu, a pesar de lo cual ha podido encontrar
la manera de viajar extensamente por Europa.




 sólo necesito quedarme dormida
 para regresar
 donde sólo yo creo haber partido
 yo y los perros
 que perciben mi acercamiento
 y llenan el sueño
 con su alegría en estampida
 sólo necesito dormir
 para oler el casi impúdico verde
 pasto alto tentador para
 dormir adentro dormir
 luz menguante luz interior
 interior el sensual omnisciente 
 aullido de los perros
 en el borde mismo de tus pestañas
 donde el paisaje está aplastado bien fino
 y es todo
 tuyo



 FUENTE

 Aliki Barnstone y Willis Barnstone. A Book of Women
Poets from Antiquity to Now. Schoken Books, 1992.




Otros textos vinculados:

sábado, 17 de noviembre de 2018

EL FAQUIR Y EL ENCARGADO DE LA CORRESPONDENCIA REAL

  EL FAQUIR

 Como un faquir, logra detener el pensamiento y luego,
si es en verdad un buen faquir, porque hay toda clase de
faquires - forjadores, vaciadores, tilingos y permutantes-,
si es uno bueno, decía, uno dedicado a combatir la natu-
raleza demasiado simple de las cosas, entonces podrá co-
locar ese pensamiento sobre la punta de una aguja que
llevaba casualmente consigo ese día. ¡Algunos ya me es-
tán preguntando para qué sirve eso! Bueno, no se puede
atender a todo el mundo. Aunque se dividiera el tiempo
del que dispone la humanidad en su conjunto, de inicio
a fin -brrr, un temblorcito-, en fracciones muy pero muy
pequeñas, igual no alcanzaría para atender a la inmensa
cantidad de gente que no está dispuesta a entender ni piz-
ca.
 Pero volvemos a la aguja. Bullen, se ordenan, precipitan,
mutan, observan, tiemblan allí esos inquietos, mientras se
multiplican. Una vez que el faquir ha producido una can-
tidad suficiente de pensamientos a partir del primer pensa-
miento, y, mediante otro pase magistral los ha transforma-
do en el sistema celular de un organismo, hace descender
con sumo cuidado la aguja -sostenida por sus largos e in-
teligentísimos dedos- hasta el suelo. Una vaca, en efecto,
se baja y sale andando. ¿Un poquito confundida? Sí, pue-
de ser, pero obsérvese también cómo menea el rabo.



 EL ENCARGADO DE LA CORRESPONDENCIA
REAL

 Siguen llegando cartas al Reino, a pesar de que el Empe-
rador y la Emperatriz han sido desprolijamente asesinados,
y de que la Corte ha abdicado en pleno al día siguiente.
 Sé que les costará creerme, pero es así: seguirán llegando
durante un buen tiempo. ¿Nostalgia? ¿Falta de instinto de
realidad? ¿Moradores de lugares demasiado remotos del
Reino? Vaya uno a saber (no es mi asunto). He ejercido
mi ocupación de secretario-encargado de la correspon-
dencia Real en 4 naciones y siempre pasa lo mismo. Sim-
plemente siguen llegando, aunque es cierto que con el pro-
greso del tiempo -¿es verdad que el tiempo progresa?- su
número y, debo decirlo, su volumen, van mermando. Esa
situación ya repetida siempre me lleva a pensar en cuál
será la última carta. Por falta de tiempo -muchas son en
realidad mis tareas- es la única que leo.
 Eso me recuerda un juego de naipes, actividad en la que,
lo digo sin falsa modestia, me he destacado, y que en el
fondo explica por qué diversos reyes y algún emperador
han considerado que dispongo de sobrada aptitud para el
importante cargo de secretario-encargado de la correspon-
decia del Reino que sea. La partida esa noche... (sigue una
minuciosa descripción del salón principal; la fecha celebra-
da y la historia de la misma; la música que la orquesta real
ejecutaba en el momento culminante de la partida; el tipo
de vestimenta de las damas de la corte; los títulos y las ca-
racterísticas de los notables participantes de la partida, etc.,
etc.)
 El relato, entretanto, concluye así:
 Al salir, la lluvia pellizcaba el agua ya caída. Me di cuen-
ta en ese instante de que no recordaba haber visto llover 
en mi infancia. Por supuesto que habría llovido muchísi-
mas veces, pero yo no recordaba ver llover de chico. Ni
una sola vez. ¿No es extraordinario? Como solía decir
mi padre: "La mayoría de las veces lo que suena raro es
raro."

sábado, 3 de noviembre de 2018

POEMAS DE MARGARET ATWOOD




 SUEÑO 2: BRIAN EL CAZADOR-EMBOSCADO

 El hombre que vi en el bosque
 solía venir a nuestra casa
 cada mañana, nunca decía nada;
 después supe por los vecinos
 que una vez intentó cortarse el cuello.

 Lo encontré al final del sendero
 sentado sobre un árbol caído
 limpiando su arma.

 No había viento;
 alrededor nuestro las hojas crujían.

 Me dijo:
 mato porque debo hacerlo

 pero cada vez que apunto, siento
 que mi piel se torna pelaje
 mi cabeza se carga con astas
 y durante el estirado instante
 en el que la bala planea en su hilo de velocidad
 mi alma corre inocente como cascos.

 ¿Es justo Dios con sus criaturas?

 Muero más a menudo que muchos.

 Miró hacia arriba y vi
 la blanca cicatriz trazada por el cuchillo de caza
 alrededor de su cuello.

 Cuando desperté
 me acordé: él se había ido
 hacía veinte años y no se sabía más nada.



 MUERTE DE UN HIJO JOVEN POR INMERSIÓN

 Él, que había navegado exitosamente
 el peligroso río de su propio nacimiento
 partió una vez más

 en un viaje de descubrimiento
 hacia la tierra en la que yo flotaba
 pero que no podía ni tocar ni reclamar.

 Sus pies resbalaron en la orilla,
 las corrientes se lo llevaron;
 se revolvió con hielo y árboles en el río crecido

 y se sumergió en regiones distantes,
 su cabeza una batisfera;
 a través de las finas burbujas de cristal de sus ojos

 miró, temerario aventurero
 en un paisaje más extraño que Urano
 en el que todos hemos estado y algunos recuerdan.

 Hubo un accidente; el aire se trabó,
 él colgaba del río como un corazón.
 Ellos devolvieron el cuerpo inundado,
 mojón de mis planes y futuros mapas,
 con postes y ganchos
 de entre el empuje de los troncos.

 Era primavera, el sol seguía brillando, el pasto nuevo
 saltó a la solidez;
 mis manos relucientes de detalles.

 Después del largo viaje estaba cansada de las olas.
 Mi pie tocó roca. Las velas soñadas
 colapsaron, hechas trapo.

      Lo planté en este condado
      como a una bandera.



 ELEGÍA PARA LAS TORTUGAS GIGANTES

 Deja que otros recen por la paloma pasajera,
 el dodo, la grulla gritona, el esquimal:
 cada uno debe especializarse 

 me confinaré a mí misma a la meditación
 acerca de las tortugas gigantes
 marchitándose finalmente en una isla remota.

 Me concentro en estaciones de subte,
 en parques, no logro verlos del todo,
 se mueven hacia la periferia de mis ojos

 pero en el último día estarán allí;
 ya el evento
 como una ola que viaja da forma a la visión;

 en el camino en el que estoy se materializarán,
 caminando lentamente en una fila rezagada
 incómoda sin agua

 sus pequeñas cabezas sopesando
 de lado a lado, su inútil armadura
 más triste que los tanques y la historia,

 en su cerrada mirada océano y luz solar paralizados,
 subiendo pesadamente los escalones, bajo las arcadas
 hacia los cuadrados altares de cristal

 donde se guardan los dioses precarios,
 las reliquias de lo que hemos destruido,
 nuestros sagrados y obsoletos símbolos.




 DAGUERROTIPO TOMADO EN LA VEJEZ

 Sé que cambio
 he cambiado

 pero de quién es esta insulsa cara
 deshuesada y vasta, rotunda
 suspendida en papel vacío
 como en un telescopio

 la luna granular

 me levanto de mi silla
 tironeando contra la gravedad
 me voy
 y salgo al jardín
 doy vueltas alrededor de los vegetales,
 mi cabeza pesada
 reflejando el sol
 en sombras de los barrancos agujereados
 cortados en mis mejillas, las cuencas-
 de mis ojos 2 cráteres

 entre los senderos
 orbito
 los manzanos
 blancas blancas estrellas
 giratorias a mi alrededor

 estoy siendo
 consumida por la luz




 MORADA

 El matrimonio no es
 una casa o siquiera una carpa

 es anterior a eso, y más frío:

 la orilla del bosque, la orilla
 del desierto
                    los escalones sin pintar
 al fondo donde nos acuclillamos
 afuera, comiendo pochoclo

 la orilla del glaciar que retrocede

 donde dolorosamente y con asombro
 de haber sobrevivido todavía
 hasta acá

 estamos aprendiendo a hacer fuego



Margaret Eleonor Atwood nació en Ottawa, Canadá,
el 18 de noviembre de 1939.

FUENTE

Aliki Barnstone and Willis Barnstone (Eds.). A Book
of Women Poets from Antiquity to Now. Schocken
Books, 1992.

Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)

viernes, 26 de octubre de 2018

UN HOMENAJE A HORACIO CARDO

                         


                                   Horacio Fidel Cardo

 Nos hicimos amigos en el colegio primario. Y, además,
éramos vecinos. Vivíamos a menos de una cuadra de dis-
tancia, gracias a que una familia inglesa nos permitía pa-
sar por su casa para acortar camino. Compartimos infini-
dad de momentos. Nos 'salvamos´el uno al otro, no sólo
acompañándonos, sino inventando juegos en forma per-
manente, compartiendo y potenciando nuestra imagina-
ción. Transformábamos la realidad en juego e invención.
Lo hacíamos hasta el punto en que se perdían los límites
entre ambos territorios. Esa característica nos unía y en
cierta forma nos aislaba. Sólo durante un tiempo, ya en-
tre los 12 y 13 años, tuvimos un tercer amigo. Fundamen-
tal, por ejemplo, para poder armar nuestros torneos de
fútbol, que era un metegolentra con un solo arco. Tuvi-
mos la enorme fortuna -nunca volveríamos a ser tan ri-
cos- de que el fondo de su casa estaba abierto a un amplio
terreno del ferrocarril que podíamos usar como propio. Y
lo usamos: fue campo de guerra (la segunda guerra mun-
dial transcurrió en buena medida en ese reducto); mar de
piratas (Sandokán estaba en su cima en ese entonces);
pueblo de cowboys (Horacio tenía una notable habilidad
manual y construía saloons precarios, pero de puertas ba-
tientes, que en pocos días, y en un arrebato, destruía para
mi total sorpresa y desazón); sudoeste norteamericano,
con sus casacas azules (él) y sus indios apaches (yo) en la
colina del fondo. El cine nos tenía cautivados y era la era
dorada de Hollywood. A veces veíamos tres películas se-
guidas. Entrábamos al cine a las 3 de la tarde y salíamos
a las 8 de la noche.
 Fuimos compadres de ajedrez, tenis, fútbol, balero, figu-
ritas, billar, bolitas, fuerte con soldados de plomo (algu-
nos de ellos sin cabeza), ping pong (no se lo llamaba por
entonces 'tenis de mesa'), paddle, paleta, go, patinaje so-
bre ruedas (eran de 4 ruedas y patinábamos sobre las ca-
lles asfaltadas y cortadas, con un mínimo de tráfico), bi-
cicleta (por supuesto) y muchos juegos más.
 Todo estaba teñido por la imaginación. Cuando jugába-
mos al billar, por ejemplo, era por el campeonato mundial.
(Nunca menos). Él era el Cibernético Segovia y yo era el
Alacrán Torres. También el ajedrez era, por supuesto, por
el campeonato mundial. Él era Spassky, yo era Bobby Fis-
cher. Pero en una ocasión en la que yo presenté a mi juga-
dor como Fischer, él me dijo que el suyo era Kid Tacho. Si 
yo ganaba, no le ganaba a nadie, pero si ganaba él, era un
triunfo sensacional.
 Devorábamos las revistas mexicanas. Después la Colec-
ción Robin Hood. Después las novelas de cowboys -y algu-
nas policiales. 
 Éramos, no hace falta decirlo, expertos en toda clase de go-
losinas. 
 Los días de Carnaval eran una fiesta inolvidable: se arma-
ban batallas de agua entre varones y chicas en el barrio, y
esos juegos, aun en la pubertad y primera adolescencia, que
en aquellos tiempos eran muchísimo más tardías (y breves)
que las actuales, ya estaban intensamente erotizados. 



 Esos años sembraron tantas semillas entre nosotros que ya
nunca dejamos de ser amigos. Aun cuando pensáramos o
sintiéramos de maneras muy diversas.
 De todos modos, seguimos siempre cerca.
 En determinado momento, Horacio, que ya era un dibujan-
te de gran talento, se fue a vivir a Estados Unidos durante
9 años. 
 Mi madre (y yo mismo) habíamos nacido ahí, y las histo-
rias relatadas en mi casa, además de algún viaje de mi ma-
dre a cuyo regreso brotaban las maravillas que había traido
de regalo, deben de haber incidido en el deseo de Horacio.
 En Nueva York tuvo un éxito notable. Publicó muchísimos
trabajos de ilustración en el New York Times (en ese mo-
mento el diario más importante del mundo) y en muchos
otros medios, de Estados Unidos y de otros lugares.
 Horacio siempre fue un tipo apasionado. Su gran inteligen-
cia permitió que pudiera hacer con su pasión otra cosa que 
puros desastres. Lleno de energía, obtuvo una capacidad
de trabajo notable.
Además adquirió una capacidad irónica sorprendente. En 
muchos casos para burlarse de sí mismo. Pero su tempera-
mento lo desbordaba a menudo, repercutiendo en su salud 
física.
 No lo han limitado ni la vergüenza ni la necesidad de apro
bación. Fue incorrecto en muchos sentidos. Su lista de recha-
zos se hizo larguísima, por ejemplo. Pensaba lo que pensaba
y no lo que había que pensar. 
 Esa cuestión tenía su lado divertido y su lado duro.
 De gran coraje físico, enfrentaba sus temores, se iba a vi-
vir a otro país, nadaba mar afuera en mares desconocidos.
Sostenía sus ideas en medios adversos, como la misma re-
dacción del diario en el cual trabajó durante casi 40 años.
 Un hombre leal, aunque arbitrario al extremo. Un artista
excepcional, con una creatividad asombrosa y una mano
única para el dibujo. Siempre estaba creando cosas en su
cabeza. Produjo una obra impresionante.
 Algo más que quisiera contar acá, en medio del desorden
en el que me encuentro: Horacio es muy querido por mucha
gente. Admirado, por supuesto, pero también muy querido.
Y eso a pesar, diría yo, de su temperamento irascible, de
su fortísimo carácter. Pero su madera noble lo hizo muy
querible. 
 Tuvo cinco hijos que recibieron de él, pero que también lo 
bancaron siempre. Y no ha sido una tarea fácil.
 Una parte importantísima de mi vida. Siempre le estuve y
le voy a estar agradecido por haber podido compartir con
él desde muy chicos cosas que estoy seguro anticipaban
nuestra relación con el arte.
 De todo ese tiempo sólo me queda mi querido hermano
Ricky. Ahora él y yo somos los únicos testigos de esa cosa
imantada que son las experiencias de la infancia.
Ambos consideramos a Horacio (yo con un poco más de
razón), nuestro amigo-hermano.
 Mi relación con Horacio sólo termina con la muerte de am-
bos.


 Para conocer algo de la obra de Horacio, los invito a visitar
su página, muy recientemente renovada:

                                www.horaciocardo.com





sábado, 20 de octubre de 2018

CASA DEL FUEGO





 Casa del fuego
 infancia mil veces recorrida-
 desconocida infancia
 perdida
 en la cara oscura de la memoria-
 sin ser olvido
 ni nada

 Una calle por la cual entraba
 fulgurante
 la mañana

 Un fuego oscuro quema recuerdos
     y confesiones
           y cartas
                 en una pequeña iglesia
                          del cuerpo

 Se escuchan voces y sus murmullos
       ecos
            y gritos
               y suspiros 
 Se las siente sajar el silencio
           como pájaros
                recorriendo 
                   los cauces del viento
     
 Hay senderos nuevos
     como arroyos
        y árboles bebiendo de la tierra y del cielo
              y gruñen los jabalíes
                            en lo espeso

 Es imposible recorrer realmente
        una vida
               o conformarse sin hacerlo

 Entretanto-siempre
   sólo me reconozco en ése
               que no me reconoce
                                  en el espejo





viernes, 19 de octubre de 2018

POESÍA ORAL SERBIA: CANTOS DE MUJERES




 Estos cantos fueron recogidos entre fines del siglo XVIII
y comienzos del XIX, pero se originaron mucho antes. Per-
tenecen al tiempo tanto como a quienes los crearon. Se los
puede llamar folklóricos, pero sólo para encontrarles una 
categoría de pertenencia. Tal vez toda la verdadera litera-
tura le pertenezca al tiempo. A esa noción tan misteriosa 
que significa "lo que dura algo que es susceptible de
cambio". La historia en general, y la historia de cada uno
en particular, es ese recorrido en espiral en el que el presen-
te resignifica el pasado. Espiral que nos envuelve, transpor-
ta y consume en su fuego.
 Uno de los núcleos de este sitio de publicaciones es resca-
tar en nuestra lengua textos que provienen de otras. Y, a la
vez, preservar textos que se van perdiendo en el río invisi-
ble del tiempo.



   1.

  Allá humo, tiznado humo,
  Allá está tu puerta,
  Y huevo frito
  Y pan con manteca,
  Y los huesos de tu abuelo
  Con los cuales pincharte a vos mismo.



  2.
  
  Una chica le tiró una manzana a una nube,
  Y la nube se quedó con la manzana.
  La chica le rezó a todas las nubes:
  Hermanas nubes, devuélvanme mi manzana dorada.
  Los invitados han llegado:
  Los hermanos de mi madre y mis tíos.
  Sus caballos son salvajes como hadas de montaña.
  Cuando pisan el polvo
  El polvo no se alza.
  Cuando pisan sobre agua,
  Sus cascos no se mojan.



  3.

  El cielo está esparcido de estrellas
  Y la amplia llanura de ovejas.
  Las ovejas no tienen pastor
  Excepto por el loco Radoye
  Y éste se ha dormido.
  Su hermana Janja lo despierta:
  Levántate, loco Radoye,
  Tus ovejas se han ido por ahí.
  Déjalas, hermana, déjalas,
  Las brujas se hicieron una fiesta conmigo,
  Madre me sacó el corazón a cuchillo,
  Nuestra tía le sostenía la antorcha.



  4.
  
  El viento sopla, uno puede oler el romero silvestre,
  Parece que mi amor está viniendo.
  Si supiera de qué dirección
  Sembraría albahaca dulce en su camino,
  Y rosas rojas donde no hay camino.
  Deja que mi amor venga por su perfume,
  Por su perfume y no por la luz del día.



  5.
  
  Ara, Maro, las llanuras,
  Y siembra tus penas.
  Si la botones-de-oro crece para vos
  Marchita querido para mí.
  Si la dulce albahaca crece para vos
  Ven a mí descalzo está noche.
  Si las violetas crecen para vos,
  Nos besaremos hasta mañana.



  6.

  A la más pequeña hoja de albahaca se la oyó llorar:
  Silencioso rocío, ¿no caerías sobre mí?
  Caí sobre ti dos días seguidos,
  Pero hoy me distraje mirando
  Al hada de la montaña discutiendo con un águila.
  El hada dijo, la montaña es mía.
  El águila dijo, no, es mía.
  El hada rompió las alas del águila.
  Los aguiluchos en el nido lloraron amargamente,
  Amargamente lloraron en su dolor.
  No lloren, aguiluchos en el nido, dije yo,
  Los llevaré a la tierra de India
  Cuyo amaranto crece hasta las rodillas de los caballos,
  El trébol dulce hasta sus hombros
  Y el sol nunca se pone.
  Así los aguiluchos se consolaron.



  7.

  Dos hermanas que no tenían hermano
  Hicieron uno de seda para compartir,
  De blanca seda y de roja.
  Para su cintura usaron madera de espino,
  Ojos negros, dos piedras preciosas.
  Para las cejas sanguijuelas marinas.
  Pequeños dientes un collar de perlas.
  Lo alimentaron con azúcar y miel dulce
  Y le dijeron: ahora come y luego habla.



 FUENTE

 Charles Simic. The Horse Has Six Legs. An Anthology
of Serbian Poetry. Graywolf Press, 1992.

Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)