jueves, 30 de octubre de 2014

EPIFANIAS: UN POEMA DEL ESTONIO JAAN KAPLINSKI



ARRANCAMOS PARA CASA, MI HIJO Y YO

 Arrancamos para casa, mi hijo y yo.
 Ya atardeciendo. La luna joven
 se alzaba en el oeste del cielo y junto a ella
 una estrella solitaria. Se las mostré a mi hijo
 y le expliqué cómo debía ser bienvenida la luna
 y que esa estrella era la servidora de la luna.
 A medida que nos acercábamos a casa, él dijo
 que la luna está lejos, tan lejos
 como el lugar al que íbamos.
 Le dije que la luna estaba mucho, mucho más lejos
 y le expliqué: si uno caminase
 diez kilómetros por día, llevaría
 casi cien años alcanzar la luna.
 Pero esto no era lo que él quería escuchar.
 El camino ya estaba casi seco.
 El río estaba expandido por el pantano; los patos y otras
   aves acuáticas abarrotaban el comienzo de la noche.
 La corteza de la nieve
 crujía bajo los pies- debía
 estar helando de nuevo. Todas las ventanas de las casas
 estaban oscuras. Sólo en nuestra cocina
 brillaba una luz. Junto a nuestra chimenea, la luna brillante,
 y junto a la luna, una estrella solitaria.

(De la versión en inglés del mismo Kaplinski -y Sam Hamill y Rita Tamm: The Wan-
dering Border. Copper Canyon Press, 1987)

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