lunes, 17 de marzo de 2014

LAS 20 'MINIATURAS' DE PETER HANDKE





¿Es un gran escritor Peter Handke (Griffen, Austria, 1942)?
No sabría responderlo. Para mí, es muy desparejo. Cuando
crea sobre lo directamente vivido, me gustan mucho sus li-
bros. Cuando, en cambio, son más 'literarios', no tanto. Lo
que me parece indiscutible, sin embargo, es la capacidad de
observación fina y a la vez descarnada que tiene. Eso es lo
más valioso de este escritor, creo yo. Un viajero interior y
exterior. Ha recorrido grandes distancias a pie (en eso nos
recuerda a Sebald, que habla de Handke en sus dos libros
de ensayos, "Pútrida patria" y "Campo santo"), en especial
a lo ancho de España. A fines de los 90, durante la guerra
de los Balcanes, Handke, que es de origen esloveno por
parte materna (su madre, de una vida muy sufrida, se sui-
cidó a los 51 años, situación de la cual surgió "Desgracia
indeseada" según lo traducen unos y "Desgracia impeora-
ble" según otros) viajó a Belgrado y escribió luego un li-
bro acerca de esta experiencia. En realidad, más de un libro.
De todos modos, su planteo acerca de esa 'guerra', que lue-
go devino en el genocidio bosnio, despertó una gran polé-
mica y muchos rechazos. Parecía que su posición -contra-
ria a los bombardeos de Serbia por parte de la OTAN- era
una toma de partido por Milosevic y sus sanguinarios ejér-
citos. Sin embargo, su testimonio tiene otras interpretacio-
nes posibles y Handke puede ser tomado por muchas cosas,
pero no es un hombre de derecha, ni un militarista. Tanto
Elfriede Jelinek, la Premio Nóbel austríaca (¿debió ese
premio ser dado a Handke en su lugar?) como Wim Wen-
ders, el director de cine alemán, han defendido a Handke
de las críticas y perjuicios que sus ideas políticamente in-
correctas le trajeron.
 Hay dos libros de Peter Handke construídos por frases
sueltas, ideas, pensamientos, sensaciones, observaciones,
que me parecen de una notable riqueza. El primero se lla-
ma "El peso del mundo", y fue editado en castellano ori-
ginalmente por la Editorial Laia de Barcelona, en 1981,
poco después de su edición austríaca. El subtítulo es "Un
diario (Noviembre 1975-Marzo 1977). Recientemente
reeditado en la Argentina por Adriana Hidalgo. El otro,
"Historia del lápiz. Materiales sobre el presente." fue edi-
tado por Península, de Barcelona, en 1991.

Anoté "20 miniaturas" sólo para seguir la serie de "Las 20",
pero incluyo unas cuantas más. En realidad, ambos libros
son tan buenos que se pueden abrir en cualquier página y
encontrar muchas de estas 'miniaturas' deliciosas.

1. Una noche sin angustia, con el corazón latiendo muy a
lo lejos, en lo más profundo del pecho.

2. Pensar que a una mujer verdaderamente hermosa, valien-
temente hermosa, sin esfuerzo alguno, no habría que mirar-
la a hurtadillas, como si las bellezas consagradas; se la po-
dría contemplar con la máxima franqueza y emoción, cu-
riosa y cariñosamente, rebosando admiración y sorpresa-
y ella lo comprendería.

3. El rostro de quien tiene fantasías es irreconocible; bella
mente irreconocible.

4. Cuando estoy solo siento hacia muchas personas un agra-
decimiento que sería incapaz de sentir en su presencia.

5. Aman las mujeres a los perdedores, pero sólo cuando no
lo son definitivos.

6. Para salvarse, infligirse otro dolor.

7. Alguien que identificado finalmente con su propia triste-
za, participa complacido, agarrado a la barra, de todos los
movimientos del autobús, de la calle, de la gente.

8. Él hablaba lleno de aflicción y yo le escuchaba insensi-
ble: ¿Quién era el culpable?

9. Ella dijo: "¡He seguido siendo amiga de todos los hom-
bres que he amado!", y yo pensé de inmediato: "Bueno, ¡a
mí no vas a  hacerme esa cochinada!"

10. Un triste e involuntario soliloquio: preferiría no hablar
con nadie, ni siquiera conmigo mismo.

11. En mis recuerdos hay pocas tormentas: como si en el
recuerdo toda tormenta se hubiera aplacado.

12. Oculto en su culpa, ya no sentía miedo.

13. Cuatro horas de insomnio -botín: dos breves frases;
luego un agradable y negro cansancio (como si el insomnio
fuera dando la vuelta a las momentáneas opresiones, hasta
que cada una de ellas, "cansada", vuelve a encontrar un nue-
vo y silencioso lugar en la conciencia: un insomnio saluda-
ble).

14. Escribiendo reencontraré la belleza. No existe una "belle-
za vacía", la belleza siempre trae una idea, o hace volver al-
guna idea olvidada. La belleza siempre llega al fondo de las
cosas.

15. Suelo pensar de una forma tan errónea, tan poco válida,
porque pienso como si hablara con otro.

16. Tras un prolongado trabajo, afuera reinaba tal silencio
que en la Tierra parecía haberse extinguido la humanidad.

17. "Tengo que perder la costumbre de que me remuerda la
conciencia cuando no siento nada."

18. He leído una hermosa carta y he vivido de verdad el
"cordial saludo" como cordial saludo.

19. Noté que me estaba defendiendo del viento que me da-
ba en la cara y dejé de defenderme.

20. Amanecer azul, gotas de lluvia sobre el buzón amari-
llo, colegialas con calcetines cortos y blancos; El ahora
está bien, pensé.

* Odiseo, tras veinte años de ausencia, a Penélope: "Ex-
traña..." Y ella responde: "Extraño..."

* Existen momentos en que quisiera pedir ayuda; pero,
¿a quién?

* Leer a Kafka: no hay que memorizar sus frases (pueden
olvidarse de inmediato y ahí radica su belleza) y, sin em-
bargo, permanecen incluso en el olvido.

* Sólo debería ser crítico cuando quiero intensamente que
las cosas sean de otra manera.

* Toda descripción del interior de otra persona me parece
una calumnia. No tiene necesariamente que ser falsa, pero
es una calumnia.

* Sensación de belleza. Todo en mí empuja serenamente
hacia afuera. La belleza me libera de la palabra, y enton-
ces puedo decirlo todo ("El presente se volvió de pronto
rico y majestuoso", Henry James, Washington Square.)

* El modo más general en que dejo que se formule mi
odio: es un odio a aquellos que se ponen de moda.

* Mi apetito de mundo cuando leo cosas relativas a otros
continentes, como ahora, p.ej., dos palabras tan sólo:
"californianamente extravagante".

* Voy perdiendo la familiar sensación de la simultanei-
dad de muchas otras vidas y acontecimientos, frecuente
origen de tantas solidaridades, mientras estoy solo en un
cuarto, p.ej.; cada vez más aislado y a merced de mí mis-
mo.

* Dulzura: la energía hecha conciencia.

* Tras la depresión: aprender de nuevo a hablar.

* Con mi escritura quisiera despertar envidia en la gentuza
y añoranza en los demás.

* Todo lo que amo, pero ahora está lejos de mí, ¿no tiene
en la memoria la voz del cantor mítico? (en todo caso, aca-
bo de oírlo cantar en mi memoria).

* Frío invernal: los portales abiertos. Es el último día del
año, veo un amor lejano en una tienda hecha de luz y, una
vez más, quisiera ser eterno. [Este es el último texto de
"Historia del lápiz" y el último de esta acotada serie]

Una vez transcriptas, me pareció que el nombre más ajusta-
do para este tipo de escritura sería "minucias". Sugiere mi-
niaturas, pero también sugiere minuciosidad, y hasta las
sobras de una comida, que sería de tres platos (poesía, nove-
la, ensayo). No me interno en diferenciar cuál de los tres pla-
tos ('entrada', 'plato principal', y 'postre') sería cada uno.
Pero éstas no son las sobras, que serían como las rebarbas
recortadas de un objeto para afinarlo (en el doble -o triple-
sentido de la palabra). Esto es 'lo suelto'. Me hace pensar en
los insectos sociales y los insectos 'libres' de esa misma es-
pecie. Los primeros se asocian fuertemente en una colonia
a la que pertenecen por completo -obra = hormiguero- y los
restantes andan por ahí, por los bordes, corriendo el peligro
de ser atacados por los 'sociales'.
Pero todo esto no es sino ligero desatino.
Ligero por lo leve, no por lo rápido.
"Un desatino ligero", ¿un título?
Muchas minucias hacen una pequeña, casi absurda apuesta
al futuro.

la palabra

suelta en una página

como un pájaro

o un insecto solitario

perdido

perdidos

en todas las direcciones

en lugar de enjambres de palabras-colonias de insectos
multiplicándose
y ocupando cada espacio
que haya

o la multitud de pájaros
en los basurales





 Claro que en 2009 apareció un extenso libro de poemas
de Handke. Se llama Vivir sin poesía. Me volvió loco cuan-
do lo hojeé en la librería y después me costó entender por 
qué. (Pero es algo que pasa muy seguido y que es producto 
de las trampitas del deseo: algo desea desear. En otras pala-
bras, quiere encontrar razones para comprar el libro.). 
 Aún así, hay varios textos que sin duda valen la pena.

 Bondades del río meandroso:
 clara bondad del agua,
 oscura bondad de la tierra,
 bondad del recodo.

  Y, más adelante en el largo poema acerca de la duración:

  Esta es y seguirá siendo la verdad:
 la duración no es una experiencia colectiva.
 No hace a un pueblo.
 Y, sin embargo, durante el estado de gracia de la duración,
 en el fondo no estoy completamente solo.
 La duración es mi redención,
 me permite marchar y ser. 
 Animado por ella
 soy también aquellos otros
 que estuvieron antes que yo en el lago Griffen
 y los que rodearán la Porte d'Anteuil cuando yo ya no esté.

 Y ahora que releo ciertas páginas para incluir algunos frag-
mentos, me vuelve a parecer lleno de frutos. ¿Quién se en-
tiende?



 Pero eso no es todo: dos años después Alianza (el de poe-
sía fue editado por Bartleby Editores, también en España),
edita el descomunal Ayer, de camino. La más completa y
casi exorbitante reunión de fragmentos, anotaciones, aco-
taciones, comentarios, observaciones de todos.
 Imposible evitar la tentación de predar esta bestia magnífi-
ca. En este caso -como en los dos libros que mencioné al
principio- es casi imposible abrir el libro en cualquier lado
sin encontrarse con algo por lo menos interesante (como 
"En 1916 Wittgenstein regaló al estado un millón de coronas
para un mortero de 30 cm")

 No hay ninguna razón que justifique privar al lector de esta
breve nota de un buen número de entradas de este texto ca-
si innumerable. Tal vez habría que volver a titularla: ya no
se trata de 20 miniaturas, sino de una tentativa de tentar a
ese lector a instalarse por un buen tiempo en el territorio
Handke.

 Ayer por la noche, en una calle lateral, oscura, de Bitola,
más oscura aún que la oscura calle mayor: tres asnos in-
móviles bajo la nieve que caía, alrededor de su dueño, 
inmóvil, una constelación (14 dic. 1987)

 ¿De qué modo ayer, yendo a la gran puerta de arco de me-
dio punto de San Isidro de León, torciendo hacia allí, pen-
sé?: "¡Mi país!"

 La (mi) lectura empieza -cuenta-, comienza en el momento
en que las frases, las palabras dejan de ser palabras y fra-
ses, dejan de ser en general ritmos y movimientos y reso-
nancias, y pasan a ser la imagen abarcadora, quieta

 Cuando, por ejemplo, las mujeres jóvenes pasan por las
ciudades en actitud de dueñas del mundo, yo lo tolero -con
los hombres, en cambio, no (a gente como nosotros sólo
nos va la calma, la autoironía y la ausencia)

 Si no siento mi debilidad me siento sin alma

 Hoy hace cincuenta años que murió Antonio Machado.
 "En la aldea de Viladesens A.M. durmió por última vez en
España... a la madre de M., Ana Ruiz, enferma, le dieron
allí la última taza de leche caliente... luego la última mar-
cha por la carretera que va a Francia... en la playa de Co-
llioure Machado dio luego sus últimos pasos, delante de
las casetas de los pescadores... los últimos libros que leyó:
las obras de Pío Baroja y Los vagabundos de Máximo 
Gorki... " (La Seu d'Urgell, 22 febr.)

 ¿Es una desvergüenza, estando en un país extraño, ir a
buscar para uno la sonrisa de los niños? (Úbeda, después
de un viaje en autobús, antes del atardecer)

 "¿Dónde vives en este momento?" -"En el caminar."
 (Bohinjska Bistrica, Eslovenia, de nuevo)

  Andar a la luz de la luna, de la luna creciente, en la bahía
de Jade, ahora, de Wihelmshaven, del mismo modo que ha-
ce un mes (luna) bajando por la calle de Acrocorinto: las
dulces repeticiones

  ¿La contemplación (sostenida) es ya la reflexión?

  El tordo, con los ojos abiertos, metió la cabeza en el agua
y luego volvió a salir con los ojos redondos secos

  La luz de humo en la avenida de plátanos: ésta fue ayer
mi última mirada sobre Narbonne

  Escapar a la tormenta agachándose, como los niños de
Kafka, que "corren por debajo del viento"

 Cuando sentía la belleza, hacía venir con él, con el pensa-
miento, por sí mismo, a su hijo (26 de mayo, Tarn)

 A la pregunta sobre su profesión, la mujer, de un modo tan
tranquilo como evidente, contestó: "J'asiste mon mari"

 Las horas del día en las que en él no había amor, las ho-
ras terribles. Y luego, a la mañana siguiente, se despertó
y seguía estando el amor ("All I can do is dream of you",
Roy Orbison)


 Distingue entre aquellos que, solos, no son bellos, y que,
en compañía, sea ésta la que sea, inmediatamente se vuel-
ven bellamente-vivos, vivamente-bellos, y aquellos que,
por el contrario, en compañía, sea ésta la que sea... (21
de julio)

 El "placer de cepillar caballos" me vino hace un instante
a la mente, a varias mentes, andando montaña arriba al
sol: mundo que brilla en marrón, como los caballos de en-
tonces delante de la cuadra del abuelo


 Y bien, en algún lugar hay que detenerse. Pensar que se
trata de una invitación. Tal vez toda la buena escritura lo
sea, quiero decir tenga eso en común.


2 comentarios:

carlos perrotti dijo...

Un post inspirador. Uno más.

Robert Rivas dijo...

Un 'cordial saludo' para vos, Carlos. Gracias.