jueves, 14 de junio de 2012

FUGAS

Fugas del pensamiento -las más frecuentes
No se puede permanecer ahí, en el curso, en el lugar preciso
del pensamiento mucho tiempo. Y los cortos tiempos se acor-
tan, todavía.
Una fuga del pensamiento
¿Cómo entenderla? ¿A la frase? ¿A la fuga?
Como una fuga de gas.
Fuga, como una pequeña nube que escapara del cielo.
Como un pensamiento que sale por las suyas.
Y después están los instrumentos de la mente.
Para asir los hilos de las palabras y de sus asociaciones,
instrumentos muchas veces torpes. Patas de pato. Cuando
se necesitarían dedos finos como agujas y cientos tejiendo
al mismo tiempo... patas de ganso.
Y después está lo inasible. Y después está lo inefable.
Y también la idea fija. La que al fijarse, impide la circulación
de las otras ideas. Las que se fugan, justamente, las que se
mantienen inapresables.
"Fijar vértigos", le llamaba Rimbaud a la actividad poética.
Fugas del pensamiento: por fragmentación, por disolución,
por mezclado.
También está el fugarse del pensamiento mismo.
El sueño del prisionero (no se puede apagar la radio).

Kafka: "en este sentido escribir es un sueño más profundo.
Como la muerte, y del mismo modo que no se saca ni se
puede sacar a un muerto de su sepultura, nadie podrá arran-
carme por la noche de mi mesa de trabajo".
Pero, ¿a quién le escribe Kafka esto? A su prometida, a Fe-
lice, nada menos.

Fugas.
La necesaria fuga de lo que pertenece a la fugacidad o la
fogosidad.
También es una idea que se nos fuga el ser quien somos.
Se fuga hacia el futuro, se fuga hacia el pasado.
Gracias a esas fugas, estamos en alguna parte (en algún-
'aparte').

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