martes, 14 de diciembre de 2010

SIGFRID LACHMAN EN VIAJE


Sigfrid Lachman llega en el tren nocturno a
una ciudad en la que toda la gente duerme. Eso, al
principio, no lo sorprende. Pero al día siguiente,
nadie parece despertar. Siguen ostensiblemente 
dormidos.
Intenta despertar al mozo y al aparente dueño del
hotel donde ha pernoctado, pero sólo obtiene gestos
de amenazante fastidio. Se sirve solo en los restaurantes,
camina de día por los desiertos parques, visita un par
de museos de la ciudad.


El siguiente tren pasa justo una semana más tarde.
El jefe de estación y el expendedor de boletos también
duermen de principio a fin.
Toma, en horario, el tren nocturno. Regresa a su asiento.
El mismo vecino de compartimento del viaje anterior,
que lee el periódico de una semana atrás, le dice: "¿Salió
a fumar?"
*
Este clase de historias se está volviendo un poco ¿cómo
decirlo?... reiterativas. Para que el relato proponga su
eficacia, es necesaria su brevedad. ¿Estaba vestido de
la misma manera su vecino de asiento? ¿Trae Lachman
alguna prueba de su estadía en la ciudad dormida? En
más de una ocasión Borges recordaba un texto de
Coleridge: el personaje soñaba que viajaba por un
jardín, pero al despertar tiene una rosa húmeda en
las manos.

Creo que lo único realmente interesante en este caso es
que se trata de Sigfrid, el hermano de Rühl, y el protago-
nista de varias historias vinculadas a los trenes. Como se
ha puntualizado en otra parte, Lachman es el único
sobreviviente de los tres mayores descarrilamientos de
trenes de comienzos del siglo XX. Me refiero a los de
Szigetvár, Plevna y Komló. También es el creador del
Pequeño Ramal, vinculado a su extraña desaparición.

Joseph Roth, que nunca tuvo afinidad con el técnico
mecánico von Rühl en persona, sí simpatizó con la idea
de extender el Imperio Austrohúngaro y más de un
testigo afirma que ante la amenaza cierta de anexión
de Austria por Alemania, luego del ascenso al poder del
Führer, clamaba por un ejército de caballos de Rühl que
impidieran la tragedia. Los caballos de Rühl, para entonces,
habitaban lejanos galpones en Tatabanya o en Pécs, o bien
se oxidaban a la intemperie, u ocupaban, en dos o tres
casos, pequeños salones de museos militares.
                                                                         Joseph Roth por Horacio Cardo

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